La depresión crece y adormece. Es una enfermedad llena de
contradicción y confusión. Las cosas simples se convierten en difíciles; dañando
nuestra motivación, espacio mental y energía. La lucha contra los pensamientos
negativos es un ciclo interminable de frustración, angustia y desesperación. No
es de extrañar, entonces, que las tareas aparentemente simples se vuelvan
cualquier cosa menos simples.
Las cosas que nunca antes fueron un problema, se vuelven
abrumadoras. Aterradoras, incluso. Una fuente de vergüenza.
Queremos enfocarnos en tres cosas cotidianas que se dan por
sentadas cuando estamos bien. Estas tres cosas aparentemente simples pueden
afectar nuestra vida cotidiana y llevarnos a sentirnos increíblemente
incomprendidos.
DEPRESION Y RUIDO
Muchas personas con depresión experimentan una barrera
ensordecedora de pensamientos, todo el día (y noche). Son intensos, fuertes,
dolorosos y emocionalmente agotadores. Es una enfermedad ruidosa en ese
sentido. A veces crecen tan alto y tan extensamente que se funden en una bola
de entumecimiento. No podemos encontrar ni pies ni cabeza en ellos.
Lo que podría explicar por qué a menudo hay una sensibilidad
al ruido externo o cualquier cosa que pueda sobrecargar más nuestros sentidos;
charla, música alta, ruidos que compiten entre sí, luces brillantes y desorden.
El ruido cotidiano de "nivel normal" que no nos molesta cuando
estamos bien ni tiende a molestar a quienes nos rodean. Pero cuando estamos
susceptibles todo suena tan fuerte, amenazante e intenso que hacemos cualquier
cosa para evitarlos; desde rechazar las invitaciones sociales, usar audífonos y
evitar lugares concurridos.
RESPONDIENDO AL TELÉFONO
¿Prefieres enviar mensajes de texto antes que hablar? No
estas solo. Muchos de los que tienen depresión concuerdan en que un teléfono
que está sonando puede ser una fuente de estrés, además de la posibilidad de
tener que hacer una llamada telefónica.
En una época en que hay tantos medios de comunicación en los
que no es necesario hablar, uno pensaría que se podría evitar hablar por
teléfono. Ese no es siempre el caso.
Hacer una llamada telefónica puede requerir mucha valentía.
Planeamos lo que podríamos decir, pero nos preocupa que podamos estar interrumpiendo
lo que la otra persona está haciendo. O que quizás no nos responda y tendremos
que pasar por todos esos sentimientos y pensamientos antes de hacer la llamada una
vez más.
No estamos siendo distantes, groseros o ignorantes si no
respondemos el teléfono. Simplemente se siente imposible; nuestros corazones
comienzan a acelerarse, nos sentimos nerviosos y el teléfono sigue sonando,
simplemente queremos detener el ruido y zumbido. No pretendemos alejarte.
Las comunicaciones por medio de texto nos dan tiempo para
pensar, para considerar nuestras respuestas. Si nos piden que hagamos algo,
decir "no" es mucho más fácil a través del texto. Tampoco tenemos siempre
la fuerza para fingir que estamos bien. Eso es mucho más fácil a través del
texto también.
TOMANDO DECISIONES
Tomamos cientos de pequeñas decisiones en un día. Algunas de
ellas son fáciles, algunas de ellas mucho más difíciles. La depresión cambia
nuestras funciones cognitivas. Las decisiones son difíciles.
Normalmente, nuestros sentimientos son nuestros indicadores:
nos guían para tomar decisiones, nos dicen lo que funciona para nosotros y lo
que no funciona para nosotros, con quién disfrutamos pasar el tiempo y aquellos
con los que no disfrutamos pasar el tiempo. Es muy importante escuchar esos sentimientos,
digerirlos y explorar su raíz. Se resaltan también nuestros límites laxos (como
cuando acordamos hacer algo por alguien porque creemos que deberíamos hacerlo,
y luego nos molesta cada segundo mientras lo hacemos o porque estamos agotados y
no nos queda nada más que dar) Pero no confiamos en nuestros sentimientos
cuando estamos deprimidos. Sabemos que nuestra perspectiva es sesgada.
A veces las decisiones son difíciles porque no tenemos suficiente
espacio mental. A veces son difíciles porque simplemente no nos importa lo
suficiente el resultado. A veces son difíciles porque son demasiado grandes. A
veces solo queremos que la decisión se tome por nosotros. Y a veces, sabemos
que la decisión debe esperar porque la indiferencia que sentimos nos llevará a
una mala elección.
Tenemos miedo de cometer errores, ya que los errores validan
los pensamientos de que somos inútiles, ineptos, sin esperanzas e indefensos.
Le dan más fuerza a la depresión. Los errores nos duelen. Nuestra confianza en
nosotros mismos está en su punto más bajo de todos los tiempos. El filtro gris
y fangoso que la depresión agrega a nuestra perspectiva solo sirve para que
veamos todas las opciones como no tan buenas.
Compartir es cuidar: comparta esta publicación para ayudar a
los demás, nunca se sabe quién podría necesitarla.
Artículo original, en inglés:



No hay comentarios.:
Publicar un comentario